Este es uno de los tipicos debates sin solucion en los que de vez en cuando nos enfrascamos para paliar el ridiculo devenir de la vida.
Pero lo curioso del tema es que las razones para abolir la fiesta nacional son muchisimo mas poderosas que las razones para que siga vigente esta barbarie, sin embargo es casi una osadia o un acto de valentia manifestarme publicamente contra los toros.
Uno casi llega a pensar que es un imbecil por defender a esos pobres animales, que los otros tienen razon... que coño, si al fin al cabo no es un humano... es un toro. Pero ¿¿¿y si fuese un perro???
Casi todos los dias vemos noticias en television sobre maltrato animal: que si un viejo le ha pegado una paliza a su perro, que si matan focas en Groenlandia, que si los abrigos de pieles de las pijas se hacen con bisones vivos para que no pierda calidad la piel. Pero ¿que pasa con los toros? ¿como se puede ser tan hipocrita y falso? Como se puede defender el derecho de los animales y olvidar la barbarie de los toros?.
Yo siempre pongo el mismo ejemplo: Imaginad que un dia van a vuestra casa unos cuantos amigos y les poneis un video en el que sale un individuo vestido con un traje ridiculo y pegado torturando con un cuchillo a un ciervo acorralado en un patio... pero no contento con eso le bacila y le asusta para que arremeta contra él, haciendo que el animal poco a poco se valla desangrando... hasta que al final se decide a matarlo hincandole el cuchillo en la columna vertebral. Seria terrible ver como durante media hora alguien tortura de esa forma a un animal, para luego matarlo a sangre fria.
Imaginad tambien que tu y tus amigos os lo pasais pipa viendo el video: os comeis un bocadillico mientras, una copita de vino, unas risas...
Pero ¿quien es mas terrible y cruel? ¿el que tortura y mata al animal o los que se recrean y divierten viendo el video?

Mientras hoy unos abogan por la supresión de la lidia, otros apelan a la raigambre de la tradición. En mi opinión, la fiesta debería abolirse y baso esta pretensión en las siguientes razones:

1. El toro sí sufre durante las corridas. Podemos aproximarnos al dolor de otros seres vivos determinando si rechazan ciertas situaciones, menoscaban su salud o producen estrés.
Al no poder huir, el toro no puede expresar su rechazo a la lidia. Le sigue la abundante hemorragia y los desgarros producidos por la puya y las banderillas en músculos, nervios y huesos, hasta que las repetidas estocadas y el consiguiente encharcamiento pulmonar y asfixia acaban con su vida. La alta producción en esos momentos de muy altos niveles de beta-endorfinas (opioideos cerebrales de efecto analgésico) revelan su dolor. Se añaden las lesiones del mediador neurológico y del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, la insuficiencia adrenal, hipoxia, parálisis y estrés (alarma, resistencia, agotamiento), que afectarán al animal durante la captura, transporte, estabulación, manipulación y lidia.

2. El toro no disfruta de una especial buena vida ni de una muerte digna. Como el cerdo ibérico lleva en la dehesa la mejor vida para producir buenos jamones, las condiciones del toro en el campo son las elegidas por el ganadero para su uso en la plaza. Si el trato fuera excepcionalmente bueno, la morbidez hallada en los toros lidiados sería inferior a la de otros animales sacrificados y no parece serlo. En el concepto de muerte digna, no cabe el morir acuchillado en un espectáculo, sino ser bien tratado hasta el último momento, evitándose el sufrimiento. ¿Qué hacer además con la picaresca del afeitado de los cuernos, la irritación de las pezuñas o las purgas debilitantes?

3. La supresión de la lidia no implica la extinción del toro bravo ni de su hábitat. Hoy, ambos se conservan con fines económicos y, de suprimirse la fiesta serían conservados, como lo son otros ecosistemas y razas de bovinos, incluido el uro primigenio. Ademas, ¿que es mejor, extinguirse para siempre o seguir padeciendo esta barbarie? Además si fuese asi, si la supresion de la fiesta termina con la extincion de los toros, mejor morir asi que vivir para darle gusto a unos fanaticos de la sangre en una plaza.

4. El sufrimiento de los humanos y otros seres no justifica la tortura del toro en la plaza. ¿Puede el dolor de unos justificar el sufrimiento de otros, o no convendría más bien intentar erradicar el de todos ellos? Ocuparnos ante todo del sufrimiento de otros seres humanos no es pretexto para continuar produciendo dolor en los animales.

5. La existencia de otros espectáculos agresivos no disculpa la agresión en la lidia. ¿Tomaremos ejemplo de la violencia televisiva o del espectáculo de dos púgiles golpeándose en el ring, o nos ocuparemos de las formas de agresión de las que sí somos responsables, entre ellas la dirigida hacia los animales?

6. El aspecto artístico y tradicional de la lidia no justifica su componente sádico. La lidia puede quizá expresar un cierto sentimiento heroico de la vida y algunos experimentan una emoción estética en el ambiente colorista de la plaza. Para muchos otros, esa emoción la anulan los mugidos y jadeos del animal desesperado y los chorros y vómitos de sangre.
La machacona alabanza de la fiesta en prensa, radio y televisión habitúa desde la infancia al ciudadano, quien llega a no ver al toro como un ser que siente. Hasta las instituciones del Estado participan en este embotamiento, subvencionando o asistiendo sus cabezas visibles a las corridas. Aqui la tortura se convierte en arte, y la barbarie en tradicion.

7. La lidia no es una seña adecuada de identidad de España. No todas las regiones españolas se identifican con la lidia y, en todas ellas, muchos ciudadanos no consideramos que la lidia nos represente. Hemos eliminado algunos de los usos más dañinos de nuestros antepasados, ¿seguiremos ciegamente todas nuestras tradiciones? La población no está dispuesta a ello: al 72% de los españoles, no les interesa la fiesta (frente al 55% en la década de 1970), porcentaje que se incrementa entre los jóvenes (81-82%) y las mujeres (79%). Y peor aun es el caso de Andalucia, donde parece que todos somos taurinos empedernidos... esto no me representa a mi... y si el nexo de union entre los españoles o andaluces es esto... pues estamos listos

8. El beneficio económico de la lidia está manchado de sangre. Justificar el espectáculo del sufrimiento con el beneficio económico es enormemente inmoral. La campaña a favor de la lidia está a cargo de críticos taurinos, ganaderos, toreros y empresarios. ¿No es de lo más natural que ellos promuevan las corridas? no pueden ganar dinero con esto... es inmoral... y sobretodo, injusto.

9. La oposición a la lidia ha sido una constante en la historia de España. Isabel la Católica, Lope de Vega, Tirso de Molina y Quevedo mostraron su aversión a la lidia. Para los ilustrados, la fiesta era bárbara, sangrienta y cruel, y varios reyes borbones la prohibieron. Su restauración por José I y Fernando VII fue fuertemente protestada. A los taurófobos escritores del 98 les siguió el afán taurino de los poetas del 27, deslumbrados por el enfrentamiento hombre-animal, y Ferrater Mora era la discordante voz antitaurina en la dictadura.

Si la lidia ha iluminado grandes obras pictóricas y poéticas, fue mayúsculo en sus autores el olvido del toro, sacrificado a sus entelequias. En contrapartida, se han manifestado respecto a ella como fiesta bárbara de desprecio al animal figuras extranjeras y de cultura ibérica. Entre las últimas, Balmes, Campomanes, Jovellanos, Blanco White, Larra, Joaquín Costa, Pío Baroja, Caro Baroja, Jacinto Benavente, Leopoldo Alas, Ramón y Cajal, Unamuno, Gregorio Marañón, Sorozábal, Ferrater Mora, Francisco Umbral, Haro Tecglen, Rodríguez de la Fuente, Salvador Pániker, Esperanza Guisán, Eduard Punset, Rosa Montero, Lucía Etxebarria, Muñoz Molina, Jesús Mosterín, Manuel Vicent y Saramago.

Con el nuevo siglo y en la Unión Europea, España está mostrando gran sensibilidad en diversos campos. ¿Negaremos al toro nuestra generosidad?